Editorial de la edición impresa n° 54 de Periódico El Pueblo, diciembre de 2016.
El balance de este 2016 es el de un año lleno de luchas y lecciones, las que muestran un luminoso camino hacia el futuro.
Por una parte, el Partido Único: Nueva Mayoría – Chile Vamos, evidencia una de las crisis más profundas de la política burguesa-terrateniente. Fue un año donde el pueblo de Chile rechazó rotundamente la farsa electoral. Por más que el Partido Único intentó limpiar su imagen sumando a los partidos oportunistas, finalmente terminó sumándolos a la derrota.
Como parte de esta crisis, el falso Partido “Comunista” perdió estrepitosamente las elecciones del Colegio de Profesores, la organización que más dinero aporta a la CUT. El Partido Único hizo lo posible por mantener el control del gremio y para ello llevó de candidatos al corrupto Gajardo y a la presidenta de la misma CUT, Bárbara Figueroa. Pero lo que en un momento parecía ser una muestra de fuerza, se transformó en un motivo más para que el grueso del profesorado manifestara su rechazo a la política del gobierno y sus traiciones.
Por parte del pueblo, aumentan las luchas: las huelgas de los trabajadores de los monopolios se extienden a nivel nacional, llegando a un punto en donde se deben enfrentar a los pacos, que, actuando como guardia particular de las empresas, los hostigan, le sacan partes y los desalojan. Esta situación la han enfrentado, entre otros, los trabajadores de Multiexport en Puerto Montt, los trabajadores del sector público, los de Alto Maipo y los trabajadores de Homecenter.
Por el lado mapuche se acrecienta la lucha contra las medidas racistas de tortura, detención y asesinato. El hipócrita gobierno, que ha proyectado en la Moneda la consigna “ni una menos”, ha callado frente a Lorenza Cayuhan, mujer mapuche que parió engrillada de los pies. Por si fuera poco, sicarios ligados a la empresa hidroeléctrica que construye la Central de Tranquil asfixiaron a Macarena Valdés, activista y esposa del werken de la Comunidad de Liquiñe (en Panguipulli). Esto lo hicieron frente a su hijo pequeño y después la colgaron, queriendo hacer pasar este asesinato como suicidio. Pero esto no ha detenido la lucha, sino al contrario, sólo muestra que es el único camino para conquistar la tierra y expulsar a los imperialistas.
Sin embargo, la lucha mapuche no solamente se libra en el sur, sino que también en las poblaciones pobres, donde viven gran cantidad de hijos y nietos de quienes fueron desterrados y donde siguen sufriendo la política racista del viejo Estado. Uno de los últimos casos es el del peñi Abel Huenuman Tropan, preso político por defender a una mujer del lumpen. Abel es un organizador en su población y, como muchos jóvenes, se reconoce como mapuche de población, reivindicando la lucha de las comunidades y miran hacia la Araucanía como el corazón que late.
En las poblaciones, en especial, la juventud popular protesta más violentamente al ver su futuro truncado por un viejo Estado que sólo le ofrece cesantía, drogadicción y cárcel. La rabia aumenta aún más al constatar que el viejo Estado encierra a los niños en el SENAME para dejarlos en un abandono que termina en impunes asesinatos.
En los liceos y universidades los estudiantes pierden el miedo a los rectores y la policía, pues los sumarios y amenazas no los detienen. Por ejemplo, en los casos de los estudiantes de la Universidad Alberto Hurtado y Cardenal Silva Henríquez, sus compañeros solidarizan con los estudiantes en contra de las medidas persecutorias de los rectores.
Todo esto evidencia que en nuestro país se desarrolla una situación revolucionaria, porque los de abajo no están dispuestos a seguir siendo gobernados como hasta ahora y los que están arriba ya no pueden seguir gobernando como lo han hecho.
Sin embargo, las luchas del pueblo aún están dispersas. Las lecciones que sacan unas de otras y los ejemplos de solidaridad de clase que hemos visto, evidencian con fuerza la necesidad de una mayor unidad, que permita avanzar en una lucha a nivel nacional. Esto no es un imposible ni algo nuevo en nuestro país, pues esa tarea fue encabezada por Luis Emilio Recabarren, quien luego de recorrer Chile a lo largo y ancho, en los intervalos entre sus detenciones por la policía, vio la necesidad de que chilenos y mapuche, obreros y campesinos, hombres y mujeres pobres, pelearan organizados en un solo gran destacamento.
Luis Emilio Recabarren extrajo y sintetizó lo más avanzado de la lucha en nuestro país, pero también extrajo y sintetizó lo más avanzado de la lucha en otros países, siempre pensando en cómo aplicar esas experiencias a Chile. Por ejemplo, al ver cómo se organizaban los arrendatarios pobres en Argentina, concluyó que lo mismo debía hacerse en Chile y, posteriormente, estando en la URSS, concluyó que el camino no está en las elecciones, sino que la clase obrera debe organizarse en un verdadero Partido Comunista, como un destacamento de guerra para librar la lucha a muerte contra la gran burguesía y los terratenientes, único camino de liberación popular.