Retiro del 10%: Un golpe a las AFP, a Piñera y todo lo que representan
En cuestión de semanas, la demanda por el retiro del 10% de los fondos de AFP viene empujando una movilización de masas que une a la inmensa mayoría de la población. En medio de la pandemia, el confinamiento y el toque de queda se han levantado cacerolazos masivos, cortes de calle, declaraciones de gremios de trabajadores y huelgas políticas de sectores de obreros portuarios. Es una nueva demostración de que la política del pueblo se desarrolla con métodos completamente distintos a las negociaciones en la cocina y las componendas entre partidos.
Quienes estaban habituados a las regalías que les ofrece este sistema de opresión y explotación levantan ahora alegatos desesperados al ver tambalear lo que creían más seguro, el sistema de AFP. Mediante el ahorro forzoso las AFP reciben mensualmente alrededor de 800 millones de dólares, correspondientes al 10% de los salarios de todos los trabajadores del país, más comisiones, y a partir de la reforma reciente, también una parte de los honorarios de los trabajadores independientes. Es una enorme masa de capitales la que se ha acumulado por este mecanismo, alcanzando a la fecha la suma de unos 200 mil millones de dólares, que equivale a más del 80% del PIB de Chile. De este monto total, el propio superintendente Osvaldo Masías ha reconocido que apenas el 1% se destina efectivamente al pago de pensiones y el 99% restante se destina al mercado financiero. Es el principal flujo de financiamiento para los bancos y las grandes empresas nacionales y extranjeras que cotizan en la bolsa, además de la fuente de inmensas utilidades que aumentan año a año para las propias administradoras, a costa de las pensiones de miseria que son pagadas a la población.
¿Qué es lo que está en juego con el 10%?
El retiro del 10% de los fondos de pensiones para aliviar en parte los efectos de la crisis económica, agravada por la pandemia de Covid-19, equivale a alrededor de 18 mil millones de dólares. Este monto no está disponible como fondo de reserva de las AFP, sino que se encuentra colocado en bonos y acciones que deberán ser liquidados en la bolsa local o en el mercado internacional. Ahí es donde la gran burguesía recibe un primer golpe.
Cada una de las reformas que se ha aprobado en el sistema de AFP, por cada uno de los gobiernos, incluida la reciente reforma ingresada por Piñera en junio pasado, han tenido por objetivo facilitar la colocación de los recursos de pensiones en el sistema financiero y no al contrario. Retirar recursos es lo opuesto a las necesidades de liquidez que hoy tienen las grandes empresas nacionales e imperialistas. Además, una abrupta venta masiva de acciones de algunas empresas, especialmente en empresas chilenas, podría hacer que unos grupos económicos se hagan socios mayoritarios de determinadas compañías en desmedro de otros, rompiendo así el equilibrio de monopolio que actualmente existe.
Los argumentos “técnicos” y las motivaciones “de principio”
Pero más allá del problema económico, un segundo y más significativo golpe para la gran burguesía es que el retiro del 10% agudiza la crisis general del capitalismo burocrático también en el terreno político, agudizando la crisis de gobernabilidad y legitimidad del conjunto de las instituciones del Estado, que se arrastra ya desde hace décadas.
Frente a la presión de las masas por resolver la subsistencia en medio de la profunda crisis actual, han brotado las contradicciones entre las distintas facciones de la gran burguesía, representados por sus partidos electoreros, e incluso entre sectores de los propios partidos del oficialismo, que nada hacen sin pensar en las próximas elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales.
Buscando ganar puntos entre sus electores, son varios los que incluso han trastocado sus “principios”. Los tradicionales partidos de la Nueva Mayoría y el Frente Amplio que se denominan la “izquierda”, han abogado por la defensa de las “libertades individuales” para hacer uso de los fondos de pensiones. Por su parte, Piñera, sus ministros y los parlamentarios más firmes de la “derecha” han tomado posición por la defensa cerrada de las AFP, proponiendo en cambio el aumento del gasto público mediante ofertones a los que se negaban rotundamente hace apenas unos meses. Estos notorios cambios en sus posiciones de “principios” en relación al papel del Estado no pueden sino compararse con la “neutralidad” de los “argumentos técnicos” de los abogados constitucionalistas y economistas que han presentado sus posiciones en el Congreso, cada quien encontrando sus argumentos para fundamentar sus posiciones a conveniencia. En esto, la discusión reciente muestra con meridiana claridad que las cuestiones de “principios” y los fundamentos “técnicos” se pueden acomodar con bastante flexibilidad para defender cualquier posición que les resulte conveniente.
El camino del pueblo
La política del pueblo es distinta y opuesta a la política de las clases reaccionarias y sus representantes en el gobierno y en el parlamento. La rebelión iniciada el 18 de octubre ya nos había mostrado en forma palpable que los intereses de la inmensa mayoría de la población son opuestos a los intereses de esa minoría que nos oprime y explota. Ahora, crecientes sectores del pueblo resulta cada vez es más claro que la crisis general exige una salida revolucionaria.
Las formas que el pueblo se da para resolver sus problemas en medio de la pandemia chocan abiertamente con la represión de las policías y el ejército. La justicia que exige el pueblo frente a los abusos de cualquier naturaleza está lejos de ser garantizada por los tribunales. Nada de lo que ofrece este Estado resulta realmente útil a la inmensa mayoría de la población, y si algo se consigue arrancar es en medio de dura lucha. ¿No ha sido así como realmente se ha venido resolviendo la recuperación de tierras por parte de las comunidades mapuche? ¿No ha sido con lucha que se ha conseguido arrancar unas miserables cajas de alimentos para paliar el hambre?
Estas semanas recientes van reafirmando esta importante lección para nuestro pueblo: sólo la lucha da lo que este viejo y podrido Estado nos niega. Mucho tiempo dijeron que no se podía legislar “con la presión de la calle”. Hoy, cuando el descontento popular amenaza con desatar una nueva fase de la rebelión en cualquier momento, ha sido precisamente la presión popular lo que ha movilizado esta medida: presión en acciones de calle, presión en la prensa y en las redes sociales, presión en algunos sectores de trabajadores y huelgas políticas de advertencia son las formas que han hecho que los parlamentarios hagan lo que supuestamente siempre están mandatados a hacer, esto es, representar la voluntad popular. Mientras el gobierno y el parlamento condenan las acciones de violencia y las amenazas que, según ellos, “distorsionan la democracia””, esto es, en realidad, lo más parecido a la democracia que podremos presenciar en este régimen de opresión erigido en sistema.
Frente a la enorme presión popular, este miércoles 22 se espera que el Senado apruebe la reforma constitucional que permite el retiro del 10% de los fondos de las AFP. Tras este trámite la Cámara de Diputados y Diputadas debería despacharla al ejecutivo en los próximos días. Piñera y los sectores que representa pueden recibir el golpe y promulgarla inmediatamente, o puede recurrir al tribunal constitucional o al veto presidencial, con lo cual se levantará una nueva y masiva ola de protestas a nivel nacional. Siguen días de dura lucha para que se imponga la voluntad popular, los militares están desplegados en todo Chile y prestos para reprimir la protesta. Pero nuestro pueblo también ha demostrado su disposición a pagar el costo por defender sus intereses y dar un golpe al odiado sistema de AFP, al gobierno de Piñera y todo lo que representan.