Imagen: @lafamiliateatro

El dramaturgo revolucionario Bertold Brech afirmaba que el arte no podía ser sólo un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma. Y eso es lo que ocurre cuando se pone al servicio de la lucha.

La obra Mauro, de la compañía La Familia Teatro, transita con valentía por una denuncia concreta a la minera de Luksic, Los Pelambres, y su embalse de relaves El Mauro, en la región de Coquimbo. Los relaves de la mina son canalizados sin tratamiento alguno, directamente desde la faena minera hasta el tranque El Mauro. Son desechos mineros que contienen tóxicos como arsénico, estroncio, óxido de silicio, cloro, plomo, óxido de aluminio y azufre, entre otros, contaminando las tierras ubicadas aguas abajo y la misma agua potable que abastece a la comunidad. La catástrofe ambiental, el proceso de corrupción con que fue aprobado el embalse y la destrucción del patrimonio arqueológico y social son una herencia permanente de la minera a la zona de Camarones, que tiene ahora el relave minero más grande y tóxico de América Latina (más info en derechoalagua.cl).

Por su contenido de denuncia, la obra de La Familia Teatro ha sido invisibilizada por los monopolios de prensa. La compañía ha denunciado también, que antes de su estreno, sufrieron intervenciones de teléfonos y diversas amenazas para que no pusieran la obra sobre las tablas.

La lucha contra el embalse de relaves de El Mauro es el escenario en el que los personajes buscan llevar una huelga de hambre “hasta las últimas consecuencias”. Ya sólo por este motivo la obra Mauro es una obra valiente, atípica en el teatro de escenarios, y resalta entre aquellas expresiones artísticas imprescindibles para este periodo de luchas populares, interpelando al espectador a tomar posición y a discutir sobre cuestiones tan profundas como objetivos, métodos y prácticas de lucha en las llamadas zonas de sacrificio.

Pero la obra trata también las dificultades para organizar la resistencia al monopolio minero e incluso las estrategias utilizadas para corromper y quebrar la resistencia de los maurinos con promesas, dinero y matonaje. Pero al mismo tiempo centra en las motivaciones diversas y profundas que empujan a las masas a la lucha: la impotencia, la rabia, el amor a su tierra y a su gente.

Pero eso no es todo, el montaje es doblemente valiente por poner en discusión también los problemas y contradicciones que se dan en medio de la lucha misma. Los personajes representan con gran profundidad las dificultades para encontrar una estrategia efectiva en la lucha, para sumar apoyo, sus miedos, la desconfianza mutua, los problemas en la unidad que acarrean el burocratismo y el oportunismo, la frustración por las derrotas anteriores, los empeños por mantener la moral en alto ante todas las dificultades y dan gran lección acerca de la importancia de la crítica y autocrítica profundas y honestas cómo único medio para resolver las contradicciones en el seno del pueblo.

El montaje no es resultado de una lectura académica o sociológica de la lucha contra el gran capital y sus cómplices entre los aparatos del Estado, no hay aquí ninguna forma estereotipada ni caricaturezca acerca de la organización ni una forma panfletaria que se queda únicamente en las consignas. Hay un desarrollo profundo que únicamente puede surgir como resultado conocer en concreto de los problemas y también las contradicciones que se dan comúnmente en las luchas del pueblo, pero poniéndose lejos del pesimismo o la autocomplacencia, para resaltar la decisión de persistir y continuar en la lucha, hasta encontrar el camino que nos lleve a la victoria.

Construir una obra como Mauro, con profundos diálogos que atienden problemas candentes de organización de la lucha, sólo puede hacerse con un conocimiento de las organizaciones populares, sus dinámicas y dificultades, concluyendo en un mensaje de decisión a persistir en la lucha con más profunda convicción.

Recomendamos completamente Mauro. Si bien el contexto de la obra es anterior a la rebelión popular iniciada en octubre de 2019 y, tal vez por eso, no pone en cuestión el papel de la violencia en la protesta popular, el espectador encontrará numerosos elementos útiles para interrogarse a sí mismo y a sus métodos. Quien vea Mauro se encantará de inmediato con unos personajes, al tiempo transitará por la desconfianza, respeto y reconocimiento hacia otros. Quien participe de organizaciones sabrá reconocer en los cinco personajes a alguno que haya conocido previamente en la lucha, y sin duda saldrá reflexionando acerca de qué mas hay que hacer para triunfar.

No deje de ver esta obra en el teatro de la Universidad Finis Terrae hasta el 17 de julio, en una temporada que la compañía ha definido como 2×1 a precio de estudiante, para que llegue a la mayor cantidad de audiencia posible.

Honestamente, deseamos también que la obra pudiera salir de los teatros para llegar a comités de vivienda, asambleas territoriales, ollas comunes y las más diversas formas de organización con que el pueblo sigue buscando el camino para resistir y combatir cada vez mejor.

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